JOSÉ HERNÁNDEZ
Dos años han pasado desde la última exposición individual de José Hurtado Mena, Essentia, en la que desnudaba su pincel de complejidad estética y buscaba la representación más
profunda y esencial de los objetos. De esa necesidad de captar la realidad existente y sacarla a la luz deriva su nueva colección, titulada Nexo, que desde el 3 de octubre y hasta
final de mes puede visitarse en la galería Chys de Murcia.
«No es una exposición al uso. Lo más habitual es que los cuadros mostrados profundicen sobre un tema en común, pero en este caso he querido que las obras sean como pequeños mundos
distintos unos de otros», explica el autor.
Un vistazo a los cuadros expuestos desvela la heterogeneidad que los caracteriza: están realizados con técnicas distintas, en formatos diversos y con motivos que no sugieren una
pauta, un nexo, lo cual convierte el título de la exposición en una paradoja. Óleos que retratan la ciudad de Murcia o el Santuario de la Fuensanta, dibujos que retratan rostros en
blanco y negro, estallidos de color en el interior de una plaza de toros, visiones bucólicas o esquemáticas de la playa o el campo...
«He actuado con total libertad, sin preocuparme por mantener un estilo estético a lo largo de todos los cuadros. Cada motivo me ha sugerido una cosa distinta y unas herramientas
adecuadas para transmitirla», desvela Hurtado Mena. «Lo importante para mí era interpretar esa primera emoción que sentía al mirar algo, que hacía que surgiera la necesidad de
pintarlo y entenderlo».
En este sentido, el Nexo al que se refiere el título de la muestra «no se refiere al tema de los cuadros, sino a la relación que se establece entre el pintor y la obra, y a su vez
entre esta y el que la ve. El cuadro actúa de esta forma recogiendo las emociones y reflejándolas sobre el espectador».
Las obras que componen la exposición se convierten de esta forma en pequeñas cápsulas del tiempo, en sentimientos embotellados sobre un lienzo o un papel «para que no se pierda esa
emoción del primer momento», y se tornan, como el autor indica en el catálogo, en «un reflejo del deseo, la memoria y la realidad».
Hurtado Mena destaca, por ejemplo, la estampa que realizó del Santuario de la Fuensanta, «captada al atardecer, con una atmósfera irreal cayendo sobre la ciudad y el último rayo de
sol incidiendo sobre el blanco incandescente del santuario».
En su entusiasmo, confiesa que «si volviera al estudio seguiría pintando varios de estos cuadros, porque hay algunos que siguen vivos». Y es que a la hora de decidir si una obra está
finalizada, para el pintor murciano «hay que establecer un diálogo con ella mientras la trabajas, encontrar la fórmula para entenderla y mantener viva la emoción mientras pintas. Una
vez que este diálogo se acaba y se descifra el objeto, hay que pasar a buscar otras emociones para plasmarlas en otros cuadros». Y en este diálogo entre arte y artista, «uno va
cambiando el paisaje que retrata, pero al mismo tiempo la obra también te cambia».
De esta forma, su colección se transforma en «una especie de libro o de película, en la que se enlazan distintos capítulos que cuentan cosas muy distintas, pero que en el fondo se
enlazan entre sí engrosando la visión del mundo, como ocurre con la propia vida».
P.A.C. CRITICA DE ARTE - ESSENTIA -
La necesidad expresiva, convertida en el motor que mueve la inquietud del artista, precisa en muchas ocasiones -menos de las que sería conveniente- del cambio, del
abandono, momentáneo o definitivo, de los modos conocidos, de las formas de hacer en las que ha cimentado la seguridad de la obra -y su autor- para aventurarse en territorio no del todo conocido
con el propósito de avanzar o de ir contracorriente, incluso de las propias ideas.
El resultado importa, pero aún más la experiencia, el disfrute ante lo que se consigue y las enseñanzas que provienen de los fracasos (el empecinamiento no conduce a nada, golpear la cabeza
contra el muro no lo derriba y suele provocar lesiones irreversibles), pues, de la suma de todo surge el logro, la justificación -si fuese necesaria- del cambio.
Si contemplamos la serie de dibujos que José Hurtado Mena expone en la galería Chys, y los comparamos con su obra reciente anterior, de inmediato se aprecia el cambio en el autor, al instante se
sabe que se asiste a la presentación de los resultados de una aventura consciente, pensada y puesta en práctica con la intención del crecimiento personal.
La ausencia casi de color -frente a la importancia dada hasta ahora-, que llega a desaparecer en algunas piezas, el protagonismo absoluto del dibujo -la materia no tiene aquí sentido, frente a la
riqueza de empastes anteriores- y la adecuación a lo que se llama realidad, suponen auténticas rupturas; no tanto, como se podría suponer, a lo que se hace hoy -el video y la fotografía no hacen
más que reproducirla-, sino con su propia obra, que, sin embargo, no queda marginada ni superada porque no es esa la intención del pintor, pues, lo que ha pretendido es darse a sí mismo la
oportunidad de, a partir de la complejidad del dibujo pormenorizado, llegar a la simplicidad expresiva, a la desnudez de las cosas. Y lo ha conseguido.
Cultura "LA VERDAD", 10.11.09 - Pedro Alberto Cruz.
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